No es domingo pero ha salido el sol. Son las 12:32p.m y una miniván blanca, Verónika -quien hizo el primer contacto con nosotros y es la responsable de que ahora estemos viajando a Ñaña- nos recoge desde nuestra Casa de Barranco.
A medida que avanzamos en pleno Paseo de la República, los claxon ya no incomodan, pareciera que son parte de una comparsa que nos despide alegremente deseándonos buen viaje y mucha mierda.
Según lo estimado, el viaje debería durar de una a una hora y media. Sin embargo, el buen Jhonatan, a lo Meteoro, nos hizo llegar en media hora a nuestro destino: Universidad Peruana Unión (UPeU). Resulta que somos el grupo invitado para la Noche Cultural “ARTFACIHED” de la Facultad de Ciencias Humanas y Educación (FACIHED).
Ya en las instalaciones de la UPeU, el delicioso olor que sale de la fábrica Unión seduce nuestro olfato y nos hace salivar. Literal, es una ciudad universitaria. Cuenta con un colegio, viviendas para los docentes y sus familias e internado para los estudiantes que deciden quedarse allí. Los buenos tratos y el cariño han llegado en cantidades exorbitantes.
Almuerzo delicioso junto a Vero y Kersty, nuestras acompañantes oficiales. Paseo por las instalaciones de la Universidad, lugar con una geografía particular. Una geografía que en lugar de destruir, integra la naturaleza con la humanidad. Un claro ejemplo es ´La Mansión´, lugar de ensueño, con garzas, patos y mucha (MUCHA) vegetación donde descansamos e hicimos nuestro primera parte del proceso de digestión. La segunda parte la hicimos caminando cuesta arriba de un cerro que se encuentra también en la UpeU. Luego, la presentación a los docentes y entrevista para los estudiantes de comunicación. Todo esto, en suma nos hizo sentir “importantes”, estrellas de un teatro –como bien dice Karlos- del Rock.
Aquí, hacemos pausa un momento, y es que tenemos que contar cómo comienza este romance. Es que tanta atención tiene que ser -solamente- generada por el amor. Resulta que Verónika, junto a otros compañeros de la carrera de Comunicación, hace poco tiempo atrás tuvo como tarea hacer una entrevista a un personaje o institución que ellos consideren importante y con repercusión cultural. Es así que sumergiéndose en las profundidades de la Red se topó con EspacioLibre y su Casa en Barranco. No lo pensaron dos veces y vinieron en mancha a buscar a Diego La Hoz. Ese mismo día se reponía en nuestra Casa después de casi un año “Paréntesis”. Obra que pertenece al repertorio del grupo y que marcó una nueva etapa en el mismo. No pasó ni cinco minutos para que el romance aparezca, nos cuentan que realmente se sintieron acogidos y queridos. Modestia aparte, eso es un plus que tenemos en Casa. El amor explotó después de ver “Paréntesis” y con el conversatorio después de la función estaban convencidos de que querían tenernos en Ñaña. Nosotros felices aceptamos y quedamos a la espera. La espera no tardó tanto y a las dos semanas ya estaba todo concretado. Éramos los invitados especiales dentro de la celebración de su facultad. La obra elegida para compartir con ellos fue: “RaTsodia, oda para curar el insomnio”. Desde ese día el entusiasmo nos visitaba cada tanto porque ninguno del equipo había viajado antes a este distrito.
Ahora que ya es público este romance, se puede continuar. El tiempo pasó volando, cronos no cree en nadie y de pronto ya iban a ser las 6:00p.m tuvimos que apresurar algunas preguntas de la entrevista y acelerar el paso hasta el Auditorio “Agustín Alva y Alva”. Por suerte, se había realizado un previo reconocimiento de espacio y luces. Todo estaba advertido para comenzar aproximadamente a las 7:00p.m
En el auditorio nos enteramos que la función iba a transmitirse en vivo por Facebook y que hasta cámaras iban a proyectar RaTsodia por dos pantallas grandes. Sin duda, había que retribuirles tanto cariño con una muy buena función. Previo a nosotros, desfilaron por el escenario el conjunto de clarinetes del Conservatorio de Música UPeU, dos guitarristas, y hasta declamadores de Vallejo y Bécquer.
A las 8:30p.m las personas se acomodaron en sus butacas y aguardaron al canto primero de nuestras Ratas. Las risas cómplices, la atención e incluso el silencio fueron el termómetro para saber que todos disfrutaron la función. Por si acaso, nos visitara la duda, el aplauso largo y generoso del final confirmó nuestra impresión. Las preguntas de los moderadores del evento nos hicieron concluir la noche reafirmando el valor de nuestro trabajo. Y es que si vivimos de esto es porque el valor del teatro es que a pesar de todo aún hay motivos y vale la pena estar de pie.
Gracias a la vida y al teatro que nos regaló un día largo, cansado y hermoso. Probablemente, cabe la posibilidad -y la esperanza-, de volver a la UPeU con nuestro LITEL (Laboratorio Itinerante Teatral EspacioLibre). A la espera estaremos y mientras tanto ya en casa andamos disfrutando los productos de la fábrica Unión que Wilma Villanueva, la Decana, muy amablemente nos regaló y es la razón por la que en nuestros desayunos ahora pensamos en Ñaña (y sonreímos un poco más).